El es Dios de vivo.
El Señor quiere que recordemos su sufrimiento, pero no con ánimo de lamento sino con espíritu de liberación.
La muerte de Cristo es un evento crucial de su obra redentora. La muerte de Cristo, como se puede inferir de esta obra, crea una tensión en todo el cosmos. Se percibe toda una confrontación de poderes. Hay una emergencia universal latente girando en torno a un hombre. Se trata de una batalla crucial. Es la tarea a través de la cual Dios se propone recuperar todo lo que el pecado había echado a perder, sin que con ello se estropee la justicia de su carácter. No se trataba de un asunto simbólico o místico. El asunto no era un mero juego religioso con simples fines didácticos o ilustrativos. Era una tensión universal y cósmicas. Era la gran batalla de la existencia y de la historia. No es posible albergar en el pensamiento humano, lo que podría pasar si Cristo fallaba en esa hora suprema en que su misión estaba sometida a la prueba más dura y cruel. Los ojos de Dios estaban sobre un punto fijo en la tierra, todo el cielo y todo el universo creado estaban en tensión... en apuros. Unas horas antes de iniciarse la persecución definitiva contra el Señor, él había cenado con sus discípulos. El gesto no podía ser más estremecedor y significativo, él les dijo que ese pan que ellos.
Comentarios
¡Sin comentarios aún!
Se el primero en comentar este artículo.
Deja tu comentario